Desmond John Morris, zoólogo y etólogo, ha centrado sus estudios en la conducta animal, y como tal, en la conducta humana desde un punto de vista estrictamente zoológico, cuestión ésta que creó controversia desde sus primeras publicaciones, porque evita justificaciones sociológicas, psicológicas ó arqueológicas para sus argumentos.
En su libro “Observe a su perro”, desde el inicio nos hace ver cómo desde el comienzo de la historia humana sólo dos clase de animales han tenido libertad para entrar en nuestros hogares, el gato y el perro, sin límites para su movimiento por las estancias, a diferencia de otros animales que recientemente se han ido incorporando, pero en cautividad. Nos habla de una relación especial del humano con aquellos, como de un contrato bien redactado en el que las condiciones estaban acordadas y muy bien especificadas. Curiosamente señala que cuando las condiciones se han roto ha sido casi siempre por nosotros, resaltando la lealtad, fiabilidad y confianza que transmiten gatos y perros. Señala en el caso del perro, que este contrato tiene una antigüedad de más de diez mil años, cuando la gran similitud entre la vida social de los lobos y la de los hombres primitivos llevó al fuerte nexo de atracción que creció entre ambos. La teoría del lobo como antecesor de todos los modernos perros es la más aceptada en la actualidad. Su organización social, con restricciones, control del orden del rango y ayuda dentro de la manada, competencia saludable entre miembros y cooperación para la caza, la defensa y la temporada de cría, caracterizan a esta especie, y son estos parámetros los que curiosamente ha admirado el hombre desde siempre y los que en su convivencia con los perros ha tratado de regular para el bien común.
El libro se articula con las respuestas a una serie de preguntas que normalmente nos hacemos respecto a determinados comportamientos de nuestras mascotas ó de nosotros con ellas. A la pregunta de por qué los perros de algunas razas son tan pequeños, señala, que las razas de perros pequeños transmiten fuertes señales infantiles a sus amos, adoptando estos respuestas maternales (el perro reconoce en su dueño la figura materna, independientemente de que se trate de hombre ó mujer), haciéndolos más amorosos, protectores y apegados a aquellos. El autor lejos de hacer una crítica negativa, reseña que quienes entregan su afecto a los perritos son los que han sido buenos padres ó quienes no tienen niños propios, llegando a ser la relación entre el dueño humano y el perrito muy estrecha… Para suscitar sentimientos maternales en sus dueños, los perros deben transmitir una serie especial de señales, los de razas pequeñas cumplen esa función, y el Maltés es citado como ejemplo.
Como epílogo de esta aportación diremos que el Bichón Maltés es reconocido como un compañero pequeño y vigoroso, lleno de humor y con sentido de la diversión, que posee un“algo” que hace que la gente le mire…y ante una personalidad así, quién no estaría dispuesto a firmar un contrato con él…