ETOLOGÍA_Domesticar_01_previo al adiestramiento.
El diccionario de la RAE, acerca de la etología define:
etología.
(Del gr. ἦθος, costumbre, y -logía).
1. f. Estudio científico del carácter y modos de comportamiento del hombre.
2. f. Parte de la biología que estudia el comportamiento de los animales.
El diccionario de uso del español María Moliner, nos dice:
etología.
(Del latín ethologìa).
Ciencia que estudia las costumbres de grupos humanos ó especies animales.
En ambas definiciones, con independencia del origen del término, resulta significativo que una misma palabra invite a reflexionar sobre el carácter, comportamiento, costumbres, del hombre y/ó los animales.
Parece, en principio, entrever en ambas definiciones una distinción entre el grupo humano y el grupo animal. Pero un lectura detenida nos lleva a concluir, que la etología, como ciencia, considera al hombre como un grupo más dentro del animal, y por tanto susceptible de análisis de su conducta tanto grupal como en su relación con otros.
¿Animales y hombres? ¿Hombres y animales? ¿Podremos llegar a interiorizar que somos habitantes del mismo mundo? Sin superioridades ni inferioridades. Sin diferencias. Que respiramos el mismo aire, bebemos la misma agua, que nos cubre la misma bóveda celeste. Que ellos nos necesitan, igual que nosotros los necesitamos a ellos…con nuestras particularidades, que no deberían provocar desencuentros sino enriquecimientos.
Cuando hablamos concretamente de nuestras mascotas, nuestros perros, de su educación, adiestramiento, domesticación…y nos interesamos por la opinión de los expertos, descubrimos que parecen coincidir en la consideración de un principio de fracaso en nuestras relaciones, el deseo de humanizar a nuestro perro.
Parece claro que es con nuestra condición de humanos como podemos comprender el mundo, nuestras interrelaciones, y es a través de la palabra, como representación de la razón, cómo nos explicamos a nosotros mismos y a los demás nuestra visión. Por tanto, ¿no constituirá ya en sí mismo un principio de humanización la acción de utilizar la palabra, como expresión de nuestra razón, para describir a un animal? ¿No partimos de un principio de intencionalidad humana al interesarnos por nuestra mascota? ¿No parten todos los estudios de la visión, comprensión, raciocinio, intuición, y el deseo humano de conocimiento?
Si aplicamos criterios humanos para investigar e interpretar la realidad que nos rodea, ¿estamos humanizando el mundo? ¿Es un principio de fracaso?
Una ayuda para la estructuración del conocimiento es la utilización de fichas y etiquetas, que ayudan a la catalogación, que a su vez facilita la búsqueda de información. Al hablar de nuestras mascotas, palabras como raza, información, origen, cuidados, salud, historia, standard, son frecuentes y necesarias para describir y conocer. También educación, limpieza, sociabilización como expresión de un deseo de adaptación y orden en la convivencia.
¿Puede y debe el ser humano emplear palabras como amor, alegría, miedo, vergüenza, enfado, soledad, llanto, mirada, papá, mamá… en su encuentro con los animales?
Quizá el empleo de estas palabras despierta sentimientos dormidos en las personas, quizá nuestras mascotas “nos” humanizan. Desde nuestro respeto a su esencia vital, las emociones, la mente y lo físico deben encontrar su acomodo para canalizar nuestras necesidades y las de ellos.