Ante la llegada del cachorro de bichón maltés a su nuevo hogar, debemos tener en cuenta algunas recomendaciones para que el cambio sea lo menos traumático posible. Por norma general, a la edad de dos meses los cachorros se encuentran desparasitados y vacunados, y suelen estar habituados a la alimentación sólida: este es el mejor momento para traerlos a casa.
El primer viaje en coche siempre resulta extraño para ellos, por lo que debemos estar preparados ante posibles quejas, vómitos o deposiciones. No está de más colocar unas fundas o toallas sobre los asientos del vehículo o sobre el regazo de la persona que esté cargando con el maltés. Se recomienda hablar al animal con tranquilidad y cariño durante todo el trayecto, aunque sin abrumarlo.
Todo el mundo debe permanecer tranquilo en el momento de su llegada, especialmente los niños. Si esta se produce a lo largo de la mañana o a primera hora de la tarde, nuestro pequeño dispondrá de tiempo suficiente para familiarizarse con su nuevo ambiente antes de que llegue la primera noche y, de este modo, esta será más llevadera para todos.
Es aconsejable dejarlo durante un buen rato «a su aire» para que inspeccione la zona, con las puertas de las habitaciones a las que no deba pasar cerradas. No hay que agobiarlo con vehementes muestras de cariño; lo mejor es dejar que sea él quien decida qué hacer en estas primeras horas en su nuevo hogar: jugar, descansar, investigar, comer…
Nuestro bichon maltes debe tener a su disposición alimento y agua. Si no come durante un tiempo, no debemos preocuparnos: probablemente se deba a la fatiga provocada por todos los cambios de las últimas horas. No se recomienda añadir ninguna chuchería ni alimentos que no sean su pienso. Una vez hayamos comprobado que no tiene problemas para comer, podemos ir cambiando de tipo de pienso gradualmente. Las recomendaciones de los fabricantes sobre las cantidades diarias que deben consumir los cachorros aparecen, por norma general, en el paquete.
En ocasiones, algunos cachorros no están del todo acostumbrados al alimento sólido; en ese caso, se recomienda humedecer o desmenuzar ligeramente el pienso y, poco a poco, dárselo más seco o menos deshecho. Por otra parte, no se debe dejar mojado durante demasiado tiempo, ya que la fermentación puede resultar indigesta.
Durante las primeras semanas, nuestro maltés hará sus necesidades en casa. Debemos escoger para ello un lugar que no se encuentre cerca de la comida o la cama, para que el cachorro establezca una relación correcta entre los diferentes espacios y utilidades. Si relaja sus esfínteres en un sitio inadecuado, se recomienda levantarlo y conducirlo hasta el lugar habilitado para ello, mientras se le dice «no» con contundencia. Por el contrario, cuando acuda al lugar correcto, podemos premiarlo con alguna golosina. No debemos mostrar enfado si nos hemos descuidado y ha terminado de hacer sus necesidades en otro lugar, ya que así solo conseguiremos generar ansiedad y dificultar el proceso de aprendizaje.
Aunque el empleo de papeles de periódico en este espacio es frecuente, se recomienda utilizar empapadores, que son neutralizadores de olor y más absorbentes. Este producto será realmente útil en transportines o en los trayectos en coche.
Durante las primeras noches, es probable que nuestro bichón lloriquee, ya que se encuentra en un entorno extraño al que aún no está habituado. Debemos ser inflexibles y no sucumbir a la tentación de abrir la puerta para que salga de su espacio, ya que, si se acostumbra, exigirá la presencia de uno de sus cuidadores con mayor ahínco cada vez.
Su cama debe ser cómoda y de un material que no pueda romper con facilidad. Debemos situarla dentro de una habitación o de un espacio delimitado con un parque; en este mismo lugar deberá permanecer nuestro maltés cuando tenga que quedarse solo en casa, para evitar así posibles estropicios ocasionados con sus juegos o su curiosidad. En estos casos, nunca debemos hacerle mimos antes de salir de casa: de este modo evitaremos crearle ansiedad ante la inminente separación. Si rasca la puerta, debemos ser firmes, decirle «no» con contundencia y, por supuesto, evitar volver a entrar a acariciarlo en la creencia de que así se calmará.
Antes de sacarlo a pasear a la calle, se recomienda esperar a que pase una semana tras haber recibido la tercera vacuna, aunque sí podemos llevarlo en brazos; lo mismo puede aplicarse al momento del primer baño.
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